La Historia en “El reino de este mundo” (1949) de Alejo Carpentier




Brujería, transformación humana, cantos,  África, Mackandal. La historia haitiana contiene éstos y más elementos que fueron aportados por la otra voz, la que se rebeló: los negros esclavos. “El reino de este mundo” (1949) de Alejo Carpentier, además de contar la historia de Haití desde 1757 hasta algo después de 1820, se encarga de plasmar eso que hace único y grande al continente latinoamericano: su naturaleza e historia exuberante. En el prólogo a la novela, Carpentier admite que hay un discurso sobre la historia que “ha sido establecido sobre una documentación extremadamente rigurosa que no solo respeta la verdad histórica de los acontecimientos, los nombres de los personajes-incluso secundarios-, de lugares y hasta de calles, sino que oculta, bajo su aparente intemporalidad, un minucioso cotejo de fechas y de cronologías.” (Carpentier, 1949, pág.56-57).

Sin embargo, este discurso de la historia tiene algo característico, que lo separa de la historia “oficial”: la jerarquización de los personajes en la historia. En “El reino de este mundo”, Carpentier les brinda primacía a ciertos personajes que fueron opacados por el papel que cumplieron los protagonistas en la historia de Haití. La presencia de Mackandal, la brujería y demás ritos provenientes del África a lo largo del relato, manifestados  por la memoria de Ti Noel lo comprueba.

De pronto el negro se detuvo, respirando hondamente. Un chivo, ahorcado, colgaba de un árbol vestido de espinas. El suelo se había llenado de advertencias: tres piedras en semicírculo, con una ramita quebrada en ojiva a modo de puerta, más delante barios pollos negros, atados por una pata, se mecían cabeza abajo, a lo largo de una rama grasienta. (Carpentier, 1949, pág. 119)

De igual forma ocurre con la alusión a Paulina Bonaparte, esposa del general Leclerc, muerto según la historia “oficial” por la peste en 1802. El protagonismo que tiene Paulina Bonaparte llama la atención, sobre todo porque aparece por poco tiempo. Sin embargo, en los dos capítulos donde aparece vuelve a tomar relevancia la cultura  y religión del África. Considero que en este punto, Carpentier está ironizando sobre la presencia de Europa en Haití, ya que Paulina empieza a sufrir una transformación que no sólo se refleja en su apariencia -“Se reía cuando espejo de su alcoba le revelaba que su tez, bronceada por el sol, se había vuelto la de una espléndida mulata” (Carpentier, 1949, pág.111)- también se refleja en la fe que empieza a tenerle a los rituales que eran llevados a cabo por Solimán.

La agonía de Leclerc, acreciendo su miedo, la hizo avanzar más aún hacía el mundo de poderes que  Solimán invocaba con sus conjuros, el verdadero amo de la isla, único defensor posible contra el azote de la otra orilla, único doctor probable ante la inutilidad de los recetarios. (Carpentier, 1949, Pág. 112)                                                                                                 
A pesar del dominio de los europeos, lo africano empieza a tomar fuerza. La voz del mítico Mackandal siempre está en el texto. Este es el punto característico de la historia que ofrece Carpentier. Lo que permite establecer el seguimiento de la historia, es el personaje de Ti Noel. En la historia que se está contando, Ti Noel siempre está representando lo que sufrieron los negros esclavos con cada derrota a sus revoluciones y con cada nuevo régimen. Este personaje vive la historia de Haití: desde la primera sublevación hasta la construcción  y destrucción del imperio  napoleónico de Henri Christophe

Porque eran negras aquellas hermosas señoras, de firma nalgatorio; negros aquellos dos ministros de medias blancas; negro aquel cocinero, con cola de armiño en el bonete; negros aquellos húsares que trotaban en el picadero; negro aquel Gran Copero, de cadena de plata al cuello; negros aquellos lacayos de peluca blanca, cuyos botones dorados eran contados por un mayordomo de verde chaqueta…Ti Noel comprendió que se hallaba en Sans-Souci, la residencia predilecta del rey Henri Christophe. (Carpentier, 1949, pág. 123-124)   

Hay una linealidad en el relato, que sólo  se “rompe” cuando al inicio de un nuevo capítulo no se continúa con la historia anterior. Pero este recurso estético es adecuado, porque permite conocer otra historia que se relaciona con el relato que está contando. De cierta forma genera intriga. Quisiera recurrir a Paul Ricoeur para apoyar este punto. La alusión al tiempo en las obras de ficción es lograda gracias a la bidimensionalidad del relato. “El reino de este mundo” cumple con la dimensión episódica al estar la obra dividida en unos capítulos que “construyen totalidades significantes a partir de acontecimientos dispersos” (Ricoeur, pág.264). Mientras el lector sigue la historia, empieza a “despejar una configuración de una sucesión” (Ibíd.). Todos los capítulos constituyen un todo: la historia de Haití.

En medio de sublevación tras sublevación, derrota tras derrota hay un elemento que no desaparece a lo largo del relato: la lucha entre amo y esclavo, blancos y negros, África y Europa. La historia que muestra Carpentier rompe con la oficial, escrita por la clase dominante, que solo tuvo presente aquello que les resultaba relevante. De ahí, que “El reino de este mundo prime la visión dominada. En el ensayo “Posmodernidad: ¿una sociedad transparente?”, Gianni Vattimo cuestiona la historia como ha sido contada: "Lo que narra la historia son los avatares de la gente que cuenta, de los nobles, de los monarcas, o de la burguesía cuando se convierte en clase de poder: los pobres, sin embargo, o aquellos aspectos de la vida que se consideran “bajos”, no “hacen historia”. (Vattimo, 1990, pág., 125)

Este punto de vista muestra que, como dice Vattimo en el ensayo, no hay una historia unitaria, una sola y exclusiva versión de los hechos ocurridos. Si bien  en la novela de Carpentier hay una “literaturización”  en la descripción de ciertos acontecimientos históricos y de personajes, no se puede ignorar que en la novela también prevalecen elementos que le son fieles a la historia, la diferencia, y de la igual forma acierto de Carpentier radica en se le da la voz no sólo al otro bando, el “censurado”, sino que se le da voz a su religión, rituales, a su raza.

“El reino de este mundo” no se convierte  en una oda a los negros esclavos y una versión más “americana” de los hechos. La historia de esta novela contiene elementos sin los cuales no se podría narrar la historia oficial, sobre todo por el valor que tuvo para ambas partes: la cultura africana inmerso en los combates, en los rituales de sanación, etc. Hacia el final del capítulo VII “San trastorno” se puede confirmar

Y, como en todos los combates que realmente merecen ser recordados porque alguien detuviera el sol o derribara las murallas con una trompeta, hubo en aquellos días, hombres que cerraron con el pecho desnudo de las bocas de cañones enemigos y hombres que tuvieron poderes para apartar de su cuerpo el plomo de los fusiles. (Carpentier, 1949, pág.115)

De igual forma ocurre con el rey Henri Christophe, cuando desea proteger su fortaleza napoleónica y el sacrificio de los toros y de los esclavos se convierte en la protección y conservación

Arriba bramaba los toros que iba a ser degollados en las primeras luces del día (pág.127)
Por algo aquellas torres habían crecido sobre un vasto bramido de toros degollados, desangrados, de testículos al sol por edificadores consientes del significado profundo del sacrificio, aunque dijieran a los ignorantes que se trababa de un adelanto en la técnica de la albañilería militar (pág.129-130)

Y la magia de este relato vuelve hacer su aparición cuando el imperio de Henri Christophe cae

La sangre de toros que habían bebido aquellas paredes tan espesas era de recurso infalible contra las armas blancas. Pero esa sangre jamás había sido dirigida contra los negros, que al gritar, muy cerca ya, delante de los incendios en marcha, invocaban poderes a los que se hacían sacrificios de sangre (pág.144)

Lo real maravilloso, como  Carpentier caracterizó la estética de la literatura latinoamericana, cobra vida en “El reino de este mundo”.  Esta versión de los hechos ocurridos en Haití desde 1757 hasta 1820 permite, según Vattimo “vivir otros mundos posibles, y, así haciéndolo, muestra también la contingencia, relatividad, y no definitividad del mundo “real” al que nos hemos circunscrito.” ( Vattimo, 1990, pág.131)

BIBLIOGRAFÍA

Carpentier, Alejo (1949), El reino de este mundo, Buenos Aires [Argentina] Librería del Colegio Sociedad Anónima.

Ricoeur, Paul. “La función narrativa y la experiencia del tiempo” en La narratología hoy, Ciudad de la Habana [Cuba] Editorial arte y literatura.

Vattimo, Gianni (1990), “Posmodernidad: ¿una sociedad transparente?” [En línea], Disponible en www.aldenai.com/vattimo.posmoderno.pdf  (página consultada el 28 de marzo de 2015).



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